Andrés salió de su casa- la de Alejandra- porque hace dos años no tenía la suya. Se había convertido en un tipo vividor de alguien que no vive, se dio media vuelta, como hace la luna cuando Otro Poeta estúpido le escribe versos-; y se queda pensado en que fue lo que olvido en casa...se queda unos segundos en la mitad de la vía del ferrocarril reflexionando que era eso que se le había quedado en la casa de Alejandra. Se le olvidaba algo que lo había paralizado en la mitad de las vías de un tren. ¿Que era? ¿Que podía más importante que su vida misma? Se quedo ahí, en la mitad de la noche fumándose un cigarrillo, en la oscuridad absoluta, los grillos, las ratas, los mosquitos; todas esas vidas que nadie absolutamente a Nadie le importaban, estaban ahí, para recordarles que Ellas también Existían.

Ahí estaba Andrés, en la mitad de las vías de un tren cualquiera, tratando de recordar algo imposible de reconocer.

-Olvídalo, Andrés- se dijo así mismo y se quedo ahí esperando que el tren viniera por él.