Uno suele pensar que se escribe
de noche y no estoy muy equivocada, no sé muy bien a que escribirle siempre necesito
un tema, como una idea a que o a quien. Tengo la mirada triste y fragmentada de
mi buen amigo, el sabor del cigarro en
la boca y la mirada manchada de colores tristes. La sensación de bienestar que
me produce mi cama mi cuarto, mi estar; y su ausencia. Esa ausencia que ya no tiene sentido sentirla
en el pecho, aunque esta bajo capas de tejidos y de sentimientos ahí está
agazapada esperando en que me acueste en la cama para salir e inundarme el pecho
de nostalgia ahí la boca se me vuelve en una mueca. Esa ausencia duele porque no
tiene principio ni fin, es a su vez una oveja naranja que duerme agazapada
debajo de mi colchón, que en medio del sueño sale, y se entromete en ellos, me
da un par de golpes en la ingle me deja
sin aliento y se desquita con mi pecho
me grita groserías honestas y vuelve a su lugar debajo del colchón ¿así quien va poder dormir?
Que te va importar mi querido,
que me marche si para ti recién he llegado a esta tierra caliente, a todos a
todos los que les escribo saben que es un presagio de olvido o al menos intento
de ello. Yo te quiero primo de otra familia, -También Soy Esto- me dije en la registraduría soy esta adolecente madre cabeza de familia,
este anciano hediondo a sol y a sudor, esta pareja asustada y pobre con
mellizas, esta señora de edad y su nieta de diez años. Esta, es mi gente. No esos con apellidos bonitos con pocas vocales. Sé
que debo representarlos a todos escribir
del monte, escribir de la bonanza de la tierra, de la yuca y del plátano, el
guineo verde y del pescado, hablar de la ciénaga y del rio, del pescado y de
ese calor mágico y bochornoso de las doce del medio día.
Si me voy, será con
dos libros bajo el brazo y ninguno de ellos es la biblia. Que me perdone mi
hermana y mi padre, yo me voy con dos
libros, que son dos ideas; uno va en
blanco y el otro está por escribirse.
La boca me sabe a sangre, quizás es de la
noche es que te despedí con el pantalón blanco y blusa casi trasparente y
llegue llorando a casa. No sé en qué pensaba, pero sé que aquella noche Neruda
me leyó entre páginas, le abrace con fuerza, el tomo grueso de poesía
completa, ahí estaba toda su vida: su lucha,
sus esperas, sus sacrificios, todo su amor, su dolor, su soledad sus
viajes. Padre yo también me pregunto ¿Dónde está la Guillermina?
Quedó perdido en la enmarañada noche ante los ya visibles fogonazos del amanecer. Nunca encontró tu rostro y perdió el sabor de tu sonrisa y la deslumbrante sensación de tu mirada.
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